Caminando sin prisa, así se debe vivir.
¿Quién te prometió el tiempo que aún no te pertenece?
¿Quién te adjudicó minutos futuros?
¿Quién te hizo creer que te ganaste el mañana?
Porque si vives en el presente, ¡ya eres afortunado!
Perteneces a los dichos que aún pueden sentir, percibir, y entregar.
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Camina sin prisa, sonriendo.
La velocidad es vertiginosa, entorpece el enfoque y crea distorsiones.
La sociedad del internet quiere correr, y mucho.
Correr para arriba o para abajo, da igual. Lo importante es correr, y rápido.
¿Pero para qué esmerarse en correr si no existe un punto de llegada?
¿Para qué ser el más veloz si se carece de sentido lógico y vivencial?
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Camina sin prisa, feliz.
A veces la pregunta es más interesante que la respuesta.
Pero la pregunta determina la singularidad de la respuesta.
¿Entiendes el concepto de presente? ¿Vives en él?
¿Tienes conciencia de tu yo en este momento?
¿Has podido vivir en el ya por al menos un instante?
Lo que internet dice que es tu vida, no es tu vida.
Tu vida es un milagro compuesto y complejo.
Una obra divina, manipulada por vos.
El mundo nos ha prometido lo que no puede dar, tiempo.
Dios te promete el ahora. ¿A quién hacerle caso?
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Camina sin prisa, alegre.
Omitiendo todo ruido y distorsión del espectro social.
No corras, camina. Saborea el ahora. Los matices serán dulces o amargos,
fríos o calientes, duros o suaves. Lo importante es saborear.
Nunca hubo una meta tan importante como ser feliz, ahora.
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Camina sin prisa, sorprendido.
Los niños son sorpresa, todo les resulta fascinante y novedoso.
Dejarse impresionar es sabiduría pura.
Los arrogantes nunca ven más allá de sus propias narices.
Le creen al reloj y no al relojero.
Le creen al relojero y no a quién compuso la estructura compleja de las horas. Dios.
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Camina sin prisa, pero con paso firme.
El tiempo solo es tuyo cuando lo archivas en la memoria del corazón.